
Sus alumnos dicen sin pudor que son la elite intelectual de la enseñanza media pública del país. Por eso, también, piden lo mejor: profesores sin espacio para la improvisación y exigencia al máximo.
Es el mundo al revés del Instituto Nacional, porque aquí el alumno mal visto no es el mateo, sino el porro de la clase.
por Katerinne Pavez - 14/06/2009 - 12:01
por Katerinne Pavez - 14/06/2009 - 12:01
Jorge Toro, rector del Instituto Nacional, cuenta una historia que refleja lo que éste puede significar para sus alumnos. El año pasado, una madre llegó hasta su oficina: "Mi hijo no quedó y lo acepto, pero es él quien no quiere entender: no come ni va al colegio. ¿Lo puede recibir?'". Toro accedió. Al frente se presentó un niño impecablemente vestido y peinado. Su nombre era Joaquín González. "Rector, es mi sueño entrar al Instituto. Necesito un colegio que me exija lo que yo sé que puedo dar", le dijo. Luego de pensarlo todo el día, aceptó a Joaquín, pese a que estaba un par de puntos debajo del último seleccionado. "Me di cuenta que en realidad era institutano, porque tenía lo que tienen quienes entran aquí: motivación y ganas de ser exigidos académicamente al máximo".
Aquí, todos quieren ser presidentes de la República, premios nacionales o deportistas de excelencia. Apenas cruzan la puerta aprenden que el colegio es el "primer foco de luz de la nación", porque está escrito en el himno, se repite en los actos y los profesores lo recuerdan en clases.
¿Pernos? En su estilo: en este colegio, los más estudiosos son respetados y los flojos, mal vistos. Un ejemplo: P. Valdés, apoderada de octavo año, cuenta que su hijo dejó el colegio Sagrados Corazones de Alameda porque era blanco de bullying: lo molestaban por ser el mejor de la clase. En el Instituto, la situación cambió. "Acá se da una competencia intelectual y no es mal visto destacarse como buen alumno", señala.
Con 195 años de vida, éste siempre ha sido un colegio difícil. Tanto por las exigencias académicas -el promedio general no llega al seis- como por su historia. De allí egresaron 16 presidentes de la República. Allí, un joven Patricio Aylwin le hizo clases a un más joven Ricardo Lagos.
Todas esas historias configuran la mística del Nacional. Sus alumnos sienten orgullo de estar en un colegio gratuito y de excelencia, combinación poco común; señalan sin pudor que tienen una responsabilidad con el país por estar allí y se alegran de decir que aquí conviven todas las clases sociales sin problemas. Parte del amor por este colegio radica en que todo requiere esfuerzo. Los paseos se organizan con poca plata, las pruebas se preparan por más de una semana y cuesta mucho sacarse un siete.
El rector Toro cuenta que cuando conversa con ex alumnos se revela el "aprendizaje oculto" del Instituto. "Me dicen que nunca antes ni después en su vida 'aperraron' tanto, soportar las sillas duras, el frío de los pasillos y las jornadas largas de estudio. Incluso, para muchos, llegar a la universidad significó un descanso".
ROJOS POR PRIMERA VEZ
En todas las generaciones hay un alumno brillante. Y muchos más excelentes. "Algunos arrogantes, aunque los menos", señala Eliana Vera, jefa de la Unidad Técnico Pedagógica. Destacarse es difícil y muchos no están acostumbrados al fracaso.
Lo dice Jorge Miranda, de segundo medio. En séptimo se sacó por primera vez notas bajo cinco y que sufrió un cuadro de estrés severo. "Vi muchos compañeros que vomitaban de los nervios". Ya para el segundo semestre su promedio subió a 6,7. En séptimo básico, tal como Jorge, muchos se desilusionan. Se sacan los primeros rojos de su vida.
Algunos desertan -de uno a cinco por año- y otros repiten. Los que se quedan, sienten que fue una buena decisión a pesar de todo. "Si lo logro aquí puedo lograrlo en cualquier lugar", dice Jorge, que quiere ser militar. Es el espíritu institutano.
LAS INVERSIONES QUE FALTABAN
El año pasado el Instituto entró en crisis de infraestructura y falta de talleres y profesores. Hoy, los problemas se están resolviendo.
1. El municipio inyectó cerca de tres mil millones para mejorar la infraestructura y los trabajos se entregan el 25 de junio. Se mejoró la iluminación en pasillos, la cocina y los baños.
2. Se pagan 500 horas extras a los docentes para talleres. Se reavivaron las actividades de folclore y los talleres deportivos. Se contrató a un profesor de música especialista en orquestas.
3. Se incorporó el idioma alemán como obligatorio en séptimo y octavo, y junto con los idiomas chino, japonés y francés es optativo para los cursos superiores. El inglés es obligatorio.
4. Se firmó un convenio con la Universidad Mayor para que este plantel dicte una clase de Educación Cívica en cuarto medio que puede ser convalidada con Derecho.
LA EXIGENCIA ACADÉMICA ES EL SELLO DEL COLEGIO
El colegio tiene un currículum que excede a lo que pide el Ministerio de Educación. En séptimo la nivelación es fuerte y las notas son bajas. Ya en octavo, se comienza a pasar materia de primero medio.
En cuarto medio, además de preparar la PSU, se pasa cálculo, materia de primer año de Ingeniería. Y los alumnos de Biología pueden ir a hacer sus experimentos a los laboratorios de la Universidad de Chile.
Fuente: http://www.latercera.com/contenido/677_141655_9.shtml
E-MAIL sancarlosnoticias@hotmail.com
Aquí, todos quieren ser presidentes de la República, premios nacionales o deportistas de excelencia. Apenas cruzan la puerta aprenden que el colegio es el "primer foco de luz de la nación", porque está escrito en el himno, se repite en los actos y los profesores lo recuerdan en clases.
¿Pernos? En su estilo: en este colegio, los más estudiosos son respetados y los flojos, mal vistos. Un ejemplo: P. Valdés, apoderada de octavo año, cuenta que su hijo dejó el colegio Sagrados Corazones de Alameda porque era blanco de bullying: lo molestaban por ser el mejor de la clase. En el Instituto, la situación cambió. "Acá se da una competencia intelectual y no es mal visto destacarse como buen alumno", señala.
Con 195 años de vida, éste siempre ha sido un colegio difícil. Tanto por las exigencias académicas -el promedio general no llega al seis- como por su historia. De allí egresaron 16 presidentes de la República. Allí, un joven Patricio Aylwin le hizo clases a un más joven Ricardo Lagos.
Todas esas historias configuran la mística del Nacional. Sus alumnos sienten orgullo de estar en un colegio gratuito y de excelencia, combinación poco común; señalan sin pudor que tienen una responsabilidad con el país por estar allí y se alegran de decir que aquí conviven todas las clases sociales sin problemas. Parte del amor por este colegio radica en que todo requiere esfuerzo. Los paseos se organizan con poca plata, las pruebas se preparan por más de una semana y cuesta mucho sacarse un siete.
El rector Toro cuenta que cuando conversa con ex alumnos se revela el "aprendizaje oculto" del Instituto. "Me dicen que nunca antes ni después en su vida 'aperraron' tanto, soportar las sillas duras, el frío de los pasillos y las jornadas largas de estudio. Incluso, para muchos, llegar a la universidad significó un descanso".
ROJOS POR PRIMERA VEZ
En todas las generaciones hay un alumno brillante. Y muchos más excelentes. "Algunos arrogantes, aunque los menos", señala Eliana Vera, jefa de la Unidad Técnico Pedagógica. Destacarse es difícil y muchos no están acostumbrados al fracaso.
Lo dice Jorge Miranda, de segundo medio. En séptimo se sacó por primera vez notas bajo cinco y que sufrió un cuadro de estrés severo. "Vi muchos compañeros que vomitaban de los nervios". Ya para el segundo semestre su promedio subió a 6,7. En séptimo básico, tal como Jorge, muchos se desilusionan. Se sacan los primeros rojos de su vida.
Algunos desertan -de uno a cinco por año- y otros repiten. Los que se quedan, sienten que fue una buena decisión a pesar de todo. "Si lo logro aquí puedo lograrlo en cualquier lugar", dice Jorge, que quiere ser militar. Es el espíritu institutano.
LAS INVERSIONES QUE FALTABAN
El año pasado el Instituto entró en crisis de infraestructura y falta de talleres y profesores. Hoy, los problemas se están resolviendo.
1. El municipio inyectó cerca de tres mil millones para mejorar la infraestructura y los trabajos se entregan el 25 de junio. Se mejoró la iluminación en pasillos, la cocina y los baños.
2. Se pagan 500 horas extras a los docentes para talleres. Se reavivaron las actividades de folclore y los talleres deportivos. Se contrató a un profesor de música especialista en orquestas.
3. Se incorporó el idioma alemán como obligatorio en séptimo y octavo, y junto con los idiomas chino, japonés y francés es optativo para los cursos superiores. El inglés es obligatorio.
4. Se firmó un convenio con la Universidad Mayor para que este plantel dicte una clase de Educación Cívica en cuarto medio que puede ser convalidada con Derecho.
LA EXIGENCIA ACADÉMICA ES EL SELLO DEL COLEGIO
El colegio tiene un currículum que excede a lo que pide el Ministerio de Educación. En séptimo la nivelación es fuerte y las notas son bajas. Ya en octavo, se comienza a pasar materia de primero medio.
En cuarto medio, además de preparar la PSU, se pasa cálculo, materia de primer año de Ingeniería. Y los alumnos de Biología pueden ir a hacer sus experimentos a los laboratorios de la Universidad de Chile.
Fuente: http://www.latercera.com/contenido/677_141655_9.shtml
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